El sueño mexicano llegó a su fin. La Selección Nacional perdió 2-0 frente a Argentina en un partido intenso, donde el conjunto sudamericano mostró una clara superioridad, sobre todo en lo táctico y en formación futbolística. México estuvo lejos de competir de igual a igual.
Desde el inicio, la decisión técnica generó controversia entre la afición: Diego “Chicha” Sánchez, uno de los mejores jugadores del torneo, comenzó en la banca, cediendo su lugar a César Garza. Este ajuste del entrenador Eduardo Arce se sintió rápidamente en el campo.
Con Íker Fimbres ocupando el rol de carrilero, el equipo perdió solidez defensiva. Fue precisamente por ese sector que llegó el primer gol al minuto 8, cuando Maher Carrizo aprovechó un rebote tras una gran atajada de Emmanuel Ochoa y marcó el 1-0.
A pesar de que el gol llegó temprano, Argentina comenzó a manejar el partido con experiencia, recurriendo a faltas tácticas para frenar el ritmo de juego y desestabilizar a México. Para colmo, Alexéi Domínguez se lesionó y fue sustituido por Camberos.
El equipo mexicano intentó reaccionar, pero se encontró con una defensa sólida y un criterio arbitral irregular que favoreció el estilo de juego argentino, basado en la llamada “picardía” sudamericana.
En el segundo tiempo, llegaron los cambios, aunque no los esperados. Salió José Pachuca e ingresó César Bustos, quien cometió un error clave al no cerrar bien un balón dividido, que terminó en los pies de Mateo Silvetti, autor del 2-0 definitivo.
Con la ventaja ampliada, Argentina controló el encuentro, cerró espacios y anuló por completo a México. Un posible penal sobre Tahiel Jiménez fue reclamado, pero no fue concedido tras revisión.
Así, México quedó eliminado del torneo, mientras que Argentina avanzó a las semifinales como uno de los grandes favoritos al título.
