Washington .- La FIFA otorgó este viernes su primer Premio de la Paz al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, un reconocimiento recién creado que busca destacar a figuras con “acciones excepcionales en favor de la paz”. Sin embargo, más que celebrar un gesto diplomático, la decisión abrió una nueva serie de interrogantes sobre la influencia política alrededor del organismo rector del fútbol mundial.
El premio fue entregado durante la ceremonia del sorteo de grupos del Mundial 2026, evento que reunió a los líderes de Estados Unidos, México y Canadá, países anfitriones de la justa deportiva. La discreción con la que la FIFA manejó el anuncio avivó las especulaciones, pues desde semanas atrás existían rumores de que el galardón había sido diseñado con Trump en mente.
La relación entre Trump e Infantino, presidente de la FIFA, ha sido motivo de creciente preocupación para organizaciones de derechos humanos. Ambos han sido vistos juntos en múltiples eventos —incluida la toma de posesión del mandatario y la reciente cumbre de paz en Sharm el-Sheikh—, una cercanía que el propio Infantino alimentó públicamente al expresar que Trump “definitivamente” merecía un premio por la paz.
La FIFA justificó la relación asegurando que forma parte de las obligaciones de su presidente mantener vínculos sólidos con los líderes de los países coanfitriones del Mundial. Argumentó que el trabajo conjunto ha derivado en la creación del Grupo de Trabajo de la Casa Blanca para la Copa Mundial 2026, una instancia que refuerza todavía más los puentes políticos entre ambas figuras.
No obstante, el reconocimiento avivó las dudas sobre la independencia del organismo, especialmente tras el antecedente de que la postulación de Trump al Premio Nobel de la Paz —respaldada abiertamente por Infantino— terminó siendo derrotada. La creación de un premio propio, entregado a escasos minutos de la Casa Blanca y un día después de que Infantino insinuara el resultado en redes sociales, profundiza la percepción de favoritismo.
Con Trump como primer galardonado, el debate ahora se centra en el impacto que esta cercanía podría tener sobre un Mundial 2026 ya envuelto en polémicas, desde cuestionamientos sobre derechos humanos hasta tensiones geopolíticas entre países participantes. La FIFA, una vez más, vuelve al centro de una controversia que pone en entredicho su imparcialidad en vísperas de la justa deportiva más importante del planeta.
