Internacional.- Julian Assange, el controvertido fundador de WikiLeaks, fue liberado de la prisión de máxima seguridad de Belmarsh en el Reino Unido después de cumplir cinco años de confinamiento. Esta liberación se produce tras un acuerdo de culpabilidad con el Departamento de Justicia de Estados Unidos, en el cual Assange planea declararse culpable de conspiración para obtener y divulgar información de defensa nacional.
WikiLeaks anunció la liberación de Assange a través de su cuenta en la red social X, informando que el activista abordó un avión para regresar a su país natal, Australia. Assange había estado recluido en Belmarsh desde abril de 2019, después de haber pasado casi siete años refugiado en la embajada de Ecuador en Londres para evitar la extradición a Estados Unidos.
Los cargos contra Assange en Estados Unidos se derivan de una de las mayores filtraciones de información clasificada en la historia del país. Entre 2009 y 2011, WikiLeaks, en colaboración con Chelsea Manning, exanalista de inteligencia militar, publicó decenas de miles de documentos sobre las guerras en Afganistán e Irak, cables diplomáticos y evaluaciones de detenidos en la prisión de Guantánamo. Estas publicaciones revelaron numerosas acciones y políticas controvertidas del gobierno estadounidense, generando un debate global sobre la transparencia y la seguridad nacional.
Assange, nacido el 3 de julio de 1971 en Australia, ha sido una figura polarizadora desde que fundó WikiLeaks en 2006. Su objetivo declarado era desafiar las estructuras de poder y defender los derechos humanos mediante la “transparencia y la verdad radicales”. Sin embargo, sus acciones han sido vistas por algunos como una amenaza a la seguridad nacional y por otros como una lucha valiente por la libertad de expresión y la rendición de cuentas del gobierno.
El acuerdo de culpabilidad permitirá a Assange evitar la prisión en Estados Unidos, aunque deberá comparecer ante un tribunal en las Islas Marianas, un territorio estadounidense en el Pacífico, donde se espera que se declare culpable. Este acuerdo marca el final de una larga batalla legal que ha durado más de una década y que ha involucrado múltiples gobiernos y jurisdicciones.
Durante su tiempo en la embajada de Ecuador, Assange continuó publicando documentos a través de WikiLeaks, incluyendo correos electrónicos del Comité Nacional Demócrata y del presidente de campaña de Hillary Clinton, John Podesta, justo antes de las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2016. Estas acciones llevaron a nuevas acusaciones de espionaje e intrusión informática por parte de las autoridades estadounidenses.
A lo largo de su carrera, Assange ha sido tanto un héroe para los defensores de la libertad de prensa como un villano para aquellos que lo acusan de poner en peligro vidas con sus filtraciones. En 2010, fue acusado en Suecia de agresión sexual, lo que llevó a una orden de arresto internacional. Aunque Assange negó las acusaciones y las calificó de “campaña de difamación”, se entregó a las autoridades británicas y luego se refugió en la embajada de Ecuador para evitar su extradición.
La liberación de Assange ha sido recibida con alegría por sus defensores. Su esposa, Stella Assange, expresó en las redes sociales su inmensa gratitud hacia quienes han apoyado su causa a lo largo de los años. Su madre, Christine Assange, también manifestó su alivio de que la “terrible experiencia” de su hijo finalmente esté llegando a su fin.
La saga de Julian Assange, desde sus primeros días como programador y pirata informático hasta convertirse en uno de los más notorios defensores de la transparencia gubernamental, destaca las tensiones entre la seguridad nacional y la libertad de prensa. Mientras algunos celebran su liberación como una victoria para la libertad de expresión, otros continúan viendo sus acciones como una amenaza significativa para la seguridad y la diplomacia global.
