Los Ángeles, California.- A pesar de ser la película animada más taquillera de todos los tiempos, con más de 1,600 millones de dólares recaudados en taquilla, la secuela de Inside Out, ha estado rodeada de controversias que han ensombrecido su éxito. Los testimonios de ex-empleados de Pixar han sacado a la luz las duras condiciones laborales que muchos enfrentaron durante la producción, además de problemas internos relacionados con la dirección creativa y la cultura de trabajo en el estudio.
Uno de los principales problemas reportados fue la intensa presión para garantizar el éxito de la película. Según varios ex-empleados, el ambiente laboral en la compañía de animación se tornó extremadamente demandante, con jornadas que incluían trabajo sin descanso durante siete días a la semana. Las exigencias del estudio llevaron a muchos animadores a trabajar durante meses sin un solo día libre, lo que resultó en un agotamiento físico y mental. Un empleado describió el ambiente como “horrendo”, explicando que el cuerpo simplemente no soportaba la carga de trabajo.
Además de estas largas jornadas, la situación laboral se vio empeorada por los despidos masivos en Pixar. En mayo de 2023, la empresa redujo el 14% de su plantilla, lo que dejó a muchos ex-empleados sin las compensaciones económicas que habrían recibido tras el éxito de la película.
Estos despidos también generaron una gran inestabilidad emocional y financiera entre los trabajadores afectados, muchos de los cuales calificaron el trato como una falta de consideración por parte de la compañía.
Otro aspecto relevante fue la intervención creativa de Disney en el desarrollo de la película. Diversas fuentes señalaron que hubo una preocupación explícita por suavizar las referencias LGBTQ en la trama. Se reportó que los animadores recibieron instrucciones específicas para que el personaje de Riley, la protagonista de la película, se presentara como “menos gay”, lo que implicó cambios en la iluminación y el tono de ciertas escenas. Esta presión generó malestar entre algunos empleados, quienes consideraban que se estaba perdiendo la oportunidad de abordar temáticas importantes de manera auténtica.
La figura del director creativo de Pixar, Pete Docter, también fue un punto de discusión entre los ex-empleados. A pesar de ser reconocido como un “genio creativo”, varios testimonios sugieren que su influencia en el estudio ha creado una cultura de dependencia excesiva, lo que, según ellos, genera un cuello de botella en la toma de decisiones. Este control absoluto, combinado con la presión de cumplir con las expectativas, ha provocado que la moral en el estudio sea baja, y algunos consideran que Pixar está “a la deriva” sin una dirección clara hacia el futuro.
El estrés acumulado durante la producción no solo afectó a los empleados durante el proceso de creación, sino también en el momento de los despidos. Los trabajadores despedidos reportaron que, tras ser notificados, se les restringió el acceso a las instalaciones durante las horas laborales, lo que les impidió recoger sus pertenencias. Además, no fueron elegibles para recibir los bonos económicos tras el estreno, a pesar de haber trabajado en el proyecto que culminó en un éxito financiero.
A pesar de los intentos del estudio por ofrecer apoyo a sus empleados, como el pago de horas extras y el acceso a servicios de salud mental, la percepción general es que Pixar enfrenta una crisis interna. Las dificultades económicas y la falta de diversidad real en sus proyectos creativos son algunos de los desafíos que se avecinan para el estudio.
Mientras Inside Out 2 continúa recaudando cifras históricas y se prepara para su estreno en Disney+, los problemas relacionados con la carga de trabajo extrema y la falta de representación adecuada podrían tener repercusiones a largo plazo en la cultura y en la calidad de futuros proyectos de Pixar. La situación en el estudio sigue siendo incierta, y queda por ver si los éxitos en taquilla serán suficientes para abordar los problemas estructurales que han salido a la luz.