Ante el aumento de tensiones entre Israel e Irán, Estados Unidos ha reforzado su presencia militar en Medio Oriente y Europa con el despliegue del portaaviones USS Gerald R. Ford y el reposicionamiento de buques y aviones de combate, como medida de disuasión ante un posible conflicto regional.
El USS Nimitz se dirige al Medio Oriente para sumarse a la flota estadounidense en la región, que incluye al USS Dwight D. Eisenhower en el Mar Arábigo y al USS Theodore Roosevelt en el Pacífico occidental. La Marina también ha movilizado destructores al mar Rojo y el Mediterráneo, como el USS Carney y el USS Laboon.
Además del poder naval, EE.UU. ha desplegado aviones F-15, F-16, F-35 y bombarderos B-1B en puntos estratégicos, con el objetivo de proteger a aliados como Israel, Jordania y Arabia Saudita, y mantener la superioridad aérea ante posibles ataques de Irán o grupos aliados como Hezbollah y los hutíes.
Desde octubre, bases estadounidenses en Irak y Siria han sido atacadas más de 150 veces por milicias respaldadas por Irán. En respuesta, el Pentágono ha reforzado sus defensas y llevado a cabo bombardeos selectivos. Mientras tanto, la diplomacia continúa, aunque Washington no descarta una intervención directa si el conflicto escala.