El diputado Ramón Vázquez Valadez, de Morena, no quiso pasar desapercibido en el inicio del ciclo escolar: repartió más de dos mil mochilas en distintas colonias de Tijuana, pero no eran simples útiles, venían adornadas con su nombre y hasta con una caricatura de él mismo. Porque, al parecer, la educación de los niños no estaría completa sin la sonrisa ilustrada del legislador en la espalda.
El acto se presentó como un noble esfuerzo para “apoyar la economía familiar” y “fortalecer la educación”. La realidad es menos romántica: dos mil niños convertidos en espectaculares ambulantes, cargando propaganda política disfrazada de ayuda social. Es la vieja estrategia del clientelismo, con el toque gráfico de la autopromoción descarada.
Lo grotesco es el timing: un día antes, el Comité Ejecutivo Estatal de Morena en Baja California difundió un comunicado solemne recordando a sus militantes que está prohibida la promoción personalizada con recursos públicos. Se citó la Constitución, la LGIPE y hasta jurisprudencia electoral para dejar claro que la 4T no admite simulaciones. La advertencia fue dura: sanciones legales, partidarias e inhabilitaciones.
Sin embargo, mientras la dirigencia predicaba pureza y legalidad, su diputado ya estaba en la calle repartiendo mercancía política con caricatura incluida. La contradicción es tan burda que raya en autoparodia: Morena se esfuerza en blindarse con comunicados jurídicos, pero sus propios representantes se encargan de agujerear la armadura con actos que reproducen las peores prácticas del “viejo régimen”.
La pregunta es obvia: ¿alguien en el partido se atreverá a sancionar al legislador? Porque si no lo hacen, el comunicado será visto como lo que parece: un sermón hueco para salvar la imagen, mientras en la práctica se toleran los excesos. Morena presume disciplina, pero aplica la vista gorda cuando la propaganda le sirve a uno de los suyos.
El resultado es predecible: el discurso de cambio se desgasta, la narrativa de legalidad se convierte en chiste y la “austeridad republicana” termina impresa en mochilas con caricaturas de diputados. Morena quería diferenciarse del viejo sistema, aunque sus propios legisladores insisten en recordarle al electorado que lo nuevo puede ser igual de rancio, solo que con mejor impresión gráfica.