Política

Cuatro mujeres fracturan al PAN en Tijuana

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Foto: Opinia

Por Redacción | Tijuana, B.C., 26 de noviembre de 2025

El panismo tijuanense atraviesa su peor momento en años. Lo que debería ser una dirigencia sólida rumbo al proceso electoral del 2027 se ha convertido en un grupo dividido, desgastado y sin rumbo, encabezado -y confrontado- por cuatro mujeres que hoy controlan los hilos del PAN en Tijuana: Gina Dana, Sandra Magaña, Mirna González y Lizbeth Mata.

La narrativa oficial presume unidad, pero puertas adentro la realidad es otra: peleas por espacios, pactos excluyentes y un desorden que está reventando a la militancia, que ya no sabe a quién responderle ni a qué proyecto creerle.

El grupo fuerte -o al menos el que intenta serlo- es el bloque Myrna González–Sandra Magaña, que opera la presidencia municipal del partido y controla áreas estratégicas del panismo local.

Su estilo, descrito por militantes como “cerrado y selectivo”, ha dejado fuera a perfiles que también tienen peso interno, como Gina Dana, dos veces regidora y con estructura propia en colonias populares.

A esto se suma el papel desdibujado de Lizbeth Mata, presidenta estatal del PAN, quien debería equilibrar las fuerzas y garantizar piso parejo, pero que según miembros del Consejo Estatal “no ha dado ni para la gasolina”.

Literal y políticamente, su ausencia, dicen, ha permitido que el conflicto entre el PAN municipal y el PAN estatal se agrave al punto de que ya opera un escenario de todos contra todos.

Mientras tanto, las elecciones del 2027 avanzan como una tormenta sin aviso: diputaciones locales, regidurías y la propia candidatura a la presidencia municipal de Tijuana.

Todos lo saben: quien controle las designaciones, controla el futuro del partido y buena parte de su financiamiento.

Hoy, lejos de construir, estas cuatro figuras están empujando al PAN hacia un abismo interno donde cada quien defiende su parcela, donde los acuerdos se rompen tan rápido como se firman y donde la militancia está reducida a ser espectadora del derrumbe.

Si el partido no logra frenar esta guerra intestina, el 2027 no será una competencia electoral: será una sentencia.

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