Por Redacción | Baja California, 26 de noviembre.
A un año de que inicie el proceso formal de precampañas rumbo a la gubernatura de Baja California para el periodo 2027-2033, Morena avanza en un reacomodo interno que perfila a los aspirantes con mayores posibilidades de encabezar la candidatura en alianza con el Partido del Trabajo. El proceso se desarrolla en un ambiente político donde la necesidad de unidad se vuelve un factor determinante para el futuro del partido.
Por el lado de las mujeres destacan Julieta Ramírez, senadora y exdiputada federal; y Montserrat Caballero, exalcaldesa de Tijuana y exdiputada local. Ambas poseen estructura territorial y un respaldo político que las mantiene entre las opciones más visibles de la contienda interna.
En el bloque masculino figuran Fernando Castro Trenti, exembajador en Argentina y Suiza y actual diputado federal; así como Ismael Burgueño, alcalde de Tijuana y expresidente estatal de Morena. Ambos representan corrientes y trayectorias que pueden inclinar la balanza en el proceso de selección.
De manera paralela, se han descartado figuras que durante meses buscaban posicionarse. Jorge Ramos Hernández, exalcalde de Tijuana por el PAN y hoy diputado local del Partido Verde, queda fuera ante la imposibilidad de concretar una coalición Verde–Morena–PT.
También se excluye Jesús “Chucho” Ruiz Uribe, exdelegado federal de Bienestar, tras acciones consideradas contrarias a principios internos del partido.
A esta lista se suma Armando “imputado” Ayala, exalcalde de Ensenada (2019–2024), cuyo nombre quedó desarticulado del proceso debido a múltiples denuncias ligadas a su administración, el desorden financiero señalado en el municipio y la reciente investigación iniciada por la FEMDO, perteneciente a la PGR.
Mientras Morena estructura su ruta política, la actual administración estatal encabezada por la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olvera busca consolidar un cierre de gobierno que entregue estabilidad, resultados y condiciones favorables para el siguiente ciclo político. Su papel es clave en mantener orden institucional y fortalecer la gobernabilidad en un momento donde el partido necesita cohesión total.
Este escenario ha intensificado los llamados internos a cerrar filas y evitar fracturas que puedan comprometer el control político de Baja California, considerado uno de los bastiones estratégicos de Morena.
Un proceso dividido podría abrir espacio para una competencia más reñida de lo previsto, colocando en riesgo la continuidad del proyecto político estatal.
En un panorama marcado por negociaciones, tensiones y definiciones tempranas, Morena entra en una etapa en la que la unidad no solo será deseable, sino esencial para su estabilidad rumbo a 2027.