Estados Unidos.- El 10 de septiembre está programado un esperado debate presidencial entre el candidato republicano Donald Trump y la vicepresidenta Kamala Harris, organizado por la cadena ABC News en Filadelfia. Sin embargo, este evento ha estado rodeado de polémicas, especialmente en lo que respecta a las reglas del debate, en particular la cuestión de si los micrófonos de los candidatos serán silenciados cuando no estén hablando.
Trump anunció por segunda vez que participaría en este debate, afirmando que se llegó a un acuerdo para que las reglas sean las mismas que en su anterior enfrentamiento con el entonces presidente Joe Biden, celebrado el 27 de junio en CNN. Durante ese debate, los micrófonos fueron silenciados cuando los candidatos no tenían la palabra, lo que, según los asesores de Trump, benefició al expresidente al evitar los arrebatos que podrían haberle perjudicado. Este mecanismo también resultó desfavorable para Biden, quien enfrentó críticas por su desempeño y sus dificultades para articular sus pensamientos, lo que contribuyó a su decisión de retirarse de la contienda el 21 de julio.
A pesar de las declaraciones de Trump, el equipo de Harris ha mostrado reticencias en aceptar las condiciones propuestas. Desde el inicio, la campaña de Harris ha abogado por mantener los micrófonos abiertos durante todo el debate, permitiendo respuestas inmediatas y un intercambio más fluido entre los candidatos.
Ammar Moussa, portavoz de Harris, declaró que “ambos candidatos han dejado clara su voluntad de debatir con micrófonos no silenciados durante todo el debate para permitir intercambios sustantivos entre los candidatos, pero parece que Donald Trump está dejando que sus manipuladores lo anulen. Es triste”.
Esta discrepancia sobre las reglas ha generado tensiones que llegaron a poner en duda la celebración del debate. Trump, por su parte, ha mantenido una postura ambigua. Aunque inicialmente mostró desinterés por la cuestión de los micrófonos, en su red social Truth Social afirmó que prefiere que se mantenga el acuerdo original. Aun así, también expresó desconfianza hacia ABC News, calificándola como “la cadena de noticias más desagradable e injusta de la industria”, lo que generó especulaciones sobre si realmente participaría en el debate.
La campaña de Harris, por otro lado, ha criticado a Trump por modificar las reglas del juego, sugiriendo que su equipo busca silenciar los micrófonos para evitar que el republicano pierda la concentración cuando no esté hablando. Según los asesores de la candidata demócrata, esta estrategia revela una falta de confianza en la capacidad de su oponente para mantener una postura presidencial durante los 90 minutos del debate.
A pesar de estas tensiones, el ex mandatario ha dejado abierta la posibilidad de debatir en otra fecha. Propuso el 4 de septiembre como una segunda oportunidad en Fox News, cadena que históricamente ha mostrado una línea editorial más favorable hacia los republicanos. Sin embargo, la vicepresidenta ha declinado esta invitación, lo que ha añadido más incertidumbre a la ya complicada dinámica entre ambos candidatos.
La situación actual refleja el ambiente polarizado que domina la política estadounidense, donde incluso la organización de un debate presidencial puede convertirse en un campo de batalla.