Tijuana, Baja California.- En la ciudad, entre seis y diez menores de edad son detenidos mensualmente por la policía municipal, la mayoría vinculados a delitos graves como el narcomenudeo, de acuerdo con información proporcionada por el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, José Fernando Sánchez González. Esta tendencia ha mostrado un aumento en los últimos años, marcando una evolución preocupante en la participación de jóvenes en actividades relacionadas con el crimen organizado.
Anteriormente, los delitos cometidos por menores solían limitarse a robos o actos de vandalismo, como el grafiti. Sin embargo, según Sánchez González, la implicación de estos jóvenes ha escalado hacia delitos más graves, lo que está contribuyendo al incremento de la inseguridad en la ciudad. Este fenómeno es atribuido, en parte, a la lucha entre grupos delictivos por controlar el mercado de venta de droga al menudeo, una actividad motivada por el alto nivel de consumo de sustancias ilegales en la región. “Tenemos que detener el consumo y eso es educando, informando a nuestros jóvenes”, señaló el secretario, destacando la importancia de la prevención a través de la educación y la concienciación.
Uno de los factores clave que aumenta la vulnerabilidad de estos menores es el contexto familiar en el que crecen. La mayoría de los jóvenes arrestados provienen de familias disfuncionales o con problemas de adicciones, lo que les facilita el acercamiento a la delincuencia. Esta realidad pone en evidencia la necesidad de fortalecer el apoyo social y comunitario para evitar que los menores sean captados por organizaciones criminales.
Con el objetivo de contrarrestar este problema, la administración municipal ha implementado el programa DARE, enfocado en prevenir que niños, niñas y adolescentes se involucren en actividades delictivas. Este programa utiliza el deporte y actividades cívicas como herramientas para fomentar en los jóvenes una conducta basada en la legalidad y la responsabilidad social. Hasta el momento, el programa ha alcanzado a más de 40 mil jóvenes y sus padres, buscando crear un impacto positivo en su desarrollo y en la prevención del delito. Sánchez González subrayó que este tipo de programas son fundamentales para educar a las nuevas generaciones y evitar que caigan en el crimen organizado.
Sin embargo, el secretario también reconoció que las condiciones económicas de muchas familias, así como la menor severidad de las leyes para menores, son factores que facilitan que los jóvenes sean atraídos por grupos criminales. Además, el contenido que los jóvenes consumen en redes sociales y la influencia de malas compañías contribuyen a su implicación en actividades delictivas. Por ello, la seguridad en la ciudad no solo depende de las acciones policiales, sino también de un enfoque integral que incluya educación, prevención y mejores oportunidades para los jóvenes.