Estados Unidos.- El Tribunal Supremo de Texas ordenó la suspensión temporal de la ejecución de Robert Roberson, un hombre de 57 años en el espectro del autismo que fue condenado a la pena de muerte por la muerte de su hija de dos años en 2002. La ejecución, que estaba programada para el jueves a medianoche, fue detenida apenas una hora antes de su cumplimiento, luego de una petición presentada por un grupo bipartidista de legisladores texanos.
Roberson, quien ha pasado más de dos décadas en el corredor de la muerte, fue condenado bajo el diagnóstico de “síndrome del bebé sacudido”, tras la muerte de su hija, Nikki Curtis. Sin embargo, nuevos descubrimientos científicos y una reconsideración de los hechos han llevado a sus abogados a argumentar que la condena se basó en errores médicos y judiciales.
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El caso ha atraído una amplia movilización de apoyo, que incluye a médicos, abogados penalistas y organizaciones no gubernamentales. Entre los defensores de Roberson también se encuentra el reconocido escritor John Grisham, quien ha calificado el caso como “indignante” y ha afirmado que “no hubo ningún delito”, sugiriendo que las pruebas actuales no justifican la condena a muerte.
Uno de los puntos más controvertidos en la defensa de Roberson es que, en el momento de la investigación inicial, los médicos no consultaron el historial médico de la niña, que presentaba síntomas de fiebre y neumonía no diagnosticada. Además, la defensa señala que los agentes y médicos no tomaron en cuenta que Roberson es autista, lo que llevó a una interpretación errónea de su comportamiento durante el interrogatorio.
La audiencia para reconsiderar su sentencia se llevará a cabo el próximo lunes, mientras el caso sigue generando atención por las implicaciones éticas y científicas del diagnóstico inicial. Aunque la ejecución ha sido suspendida, no se descarta que pueda ser reprogramada en una fecha futura, dependiendo del resultado de las nuevas deliberaciones.
El estado de Texas ha ejecutado a cinco personas en lo que va de 2024, siendo uno de los estados con más ejecuciones en el país, junto a Alabama, Oklahoma y Misuri.