México.- El Día de Muertos es una de las tradiciones ancestrales mexicanas más populares en el mundo, con ella se honran a los miembros de nuestra familia (de sangre o elegida) que partieron a otro plano astral.
En los últimos años se ha visto más presente el papel de las mascotas en la vida cotidiana de los mexicanos, y con la llegada de la dominación de la generación millennial, que optó por tener una inclinación no formar familias con hijos y estrechar sus lazos con sus animales de compañía, estas relaciones se refuerzan.
Este cambio de mentalidad ha repercutido en la sociedad cambiando tendencias, haciendo crecer industrias y evolucionando tradiciones.
Aunque hace poco no existía una fecha establecida para honrar la vida de las mascotas, distintas asociaciones protectoras de animales, han propuesto el 27 de octubre como el día en que se recibe en las ofrendas las almas de aquellos perritos, gatitos, tortugas, conejos, hurones, iguanas, y todas los animales que regalaron su amor y compañía.
En 2019 la funeraria “Funeral Pet” propuso honrar a los fieles amigos difuntos entre la noche del 27 y madrugada del 28, no obstante algunos otros asociados en protección animal piden que sea el 3 de noviembre.
De la misma forma en que se hacen altares para seres humanos, las ofrendas para mascotas contienen incienso, velas, agua, flores de cempasúchil, papel picado, fotografías, todo esto acompañado de su comida preferida (desde croquetas, hasta premios, pollo u otra cosa que les gustara en vida) y sus juguetes u otros artículos de los que disfrutaron.
La elección es de cada persona basado en lo que sabían que le gustaba a sus compañeros peludos.
Desde tiempos prehispánicos, los animales de compañía han tenido un papel importante en la cosmovisión. De acuerdo con algunas leyendas mexicanas se consideraba al xoloitzcuintle el guardián de sus espíritus y compañeros de viaje al Mictlán, el mundo de los muertos, una representación del dios Xolotl, deidad de la muerte.
Si la persona en vida había tratado mal a los animales, especialmente a los perros, el Xolo se negaría a ayudarlo a pasar, por lo cual perecería y no sería capaz de pasar. A diferencia de si la persona había tratado bien a los perros cuando se encontraba con vida, el Xolo gustoso, tomaría el alma, la pondría sobre su lomo y la llevaría a salvo hasta el otro lado.
