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México

¿Quién es el Dios Chaac y porqué le claman por el huracán?

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Internacional.- En la mística tierra de Yucatán, donde las raíces mayas se entrelazan con la historia y la naturaleza, surge una inusual controversia entre dos deidades: Chaac, el dios maya de la lluvia. Su influencia se extiende por las tierras de Yucatán y más allá, y su importancia es innegable. A continuación, exploraremos quién es Chaac y por qué su figura sigue resonando en la cultura yucateca.

¿Quién es Chaac?

También conocido como Chac, es una deidad maya venerada desde tiempos inmemoriales. Su nombre proviene del término maya “chaahk”, que significa “lluvia”.

Representa como un anciano con una nariz prominente y colmillos, Chaac es el guardián de las aguas celestiales. Su papel es vital para la agricultura, ya que controla las lluvias que fertilizan los campos y aseguran las cosechas.

La Importancia de Chaac

  • Fertilidad y Abundancia: esta deidad es el enlace entre los cielos y la tierra. Su lluvia nutre los cultivos y garantiza la prosperidad de las comunidades mayas.
  • Ciclo de la Naturaleza: Los mayas creían que él era responsable de los ciclos naturales: la sequía y la lluvia, la vida y la muerte. Su presencia se sentía en cada gota que caía del cielo.
  • Ritos y Ofrendas: Los sacerdotes mayas realizaban ceremonias para honrarle, ofreciéndole alimentos, incienso y objetos rituales. Estos ritos buscaban mantener su favor y asegurar la lluvia necesaria para la subsistencia.

Representado con un rostro serpentino y un hacha de piedra, Chaac controla las lluvias que riegan los campos y aseguran las cosechas. Su ira o benevolencia afecta directamente la prosperidad de la región.

Mito de origen
Hace eones, cuando la tierra aún estaba en su infancia, los dioses mayas se reunieron para decidir quién sería el guardián de las lluvias. Chaac, con su hacha de piedra y su nariz prominente, se ofreció voluntario. Los cuatro vientos, representantes de los puntos cardinales, observaron atentamente.

Para demostrar su valía, Chaac enfrentó pruebas desafiantes:

  • El Viento del Norte: Este viento sopló con fuerza, intentando apagar la antorcha de Chaac. Pero él resistió, protegiendo la llama con su cuerpo.
  • El Viento del Este: Este viento trajo tormentas y rayos. Chaac, con su hacha, desvió los relámpagos y mantuvo la calma.
  • El Viento del Sur: Este viento trajo lluvias torrenciales. Chaac, sonriendo, extendió sus brazos y permitió que la lluvia cayera sobre la tierra sedienta.
  • El Viento del Oeste: Este viento trajo sequía. Chaac, con lágrimas en los ojos, invocó la lluvia nuevamente, restaurando la vida.

Impresionados por su valentía y compasión, los cuatro vientos otorgaron a Chaac el dominio sobre las aguas celestiales. Desde entonces, él golpea las nubes con su hacha, provocando truenos y lluvia. Los mayas le rinden tributo, sabiendo que su existencia depende de Chaac y su generosidad.

Así, Chaac se convirtió en el protector de las cosechas, el hacedor de las lluvias y el vínculo entre los cielos y la tierra. Su mito sigue resonando en los campos de Yucatán, donde cada gota de lluvia es un recordatorio de su poder y benevolencia.

En redes sociales comenzó una disputa en contra del dios griego Poseidón ¿por qué esta disputa? ¿Qué papel desempeñan estos dioses en la cosmovisión de la región? La llegada de la estatua de Poseidón a la costa yucateca desató una gran controversia debido a que algunos creen que ha enfurecido a Chaac, quien no tolera la presencia de un dios extranjero en su territorio.

El hermano de Zeus y Hades, también gobierna los océanos y las aguas saladas. Su tridente, símbolo de su poder, puede calmar las aguas o desatar tormentas.

Aunque la idea de que Chaac esté realmente enojado es más mitológica que científica, la comunidad yucateca se dividió. Algunos defienden la figura de Poseidón como un atractivo turístico, mientras que otros insisten.

Ante ello en un evento de redes sociales, se organizó una “destrucción” simbólica de la estatua de Poseidón. La idea era entregar los residuos de Poseidón a Chaac, como una especie de reconciliación.

Aunque la broma no tenía intenciones destructivas, refleja la profunda conexión que los yucatecos sienten con su deidad de la lluvia.

En resumen, la polémica entre Chaac y Poseidón es un recordatorio de cómo las creencias ancestrales y las figuras mitológicas siguen influyendo en nuestra percepción del mundo. Mientras las aguas de Yucatán sigan fluyendo, estos dioses seguirán entrelazados en una danza eterna de lluvia y mar.

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