La creadora de contenido y streamer Alana Flores denunció haber sido víctima de acoso cibernético luego de que se viralizara en redes una imagen falsa de contenido íntimo generada con inteligencia artificial. La joven ha confirmado que tomará acciones legales contra el responsable.
A través de su cuenta oficial en X (antes Twitter), Alana aclaró que la imagen no era real, y aseguró que ya identificó al presunto autor de la manipulación, quien habría intentado borrar su rastro en la plataforma. “No es real. Y sí voy a buscar demandar”, escribió, añadiendo que tiene pruebas suficientes para proceder legalmente, a pesar de que la cuenta ofensora fue eliminada.
El caso reavivó la conversación en torno al uso malicioso de tecnologías como los deepfakes, una técnica avanzada de manipulación digital que emplea redes neuronales y algoritmos de aprendizaje profundo para crear imágenes, audios o videos que imitan de forma realista la apariencia o voz de una persona, sin su consentimiento.
Aunque estas herramientas tienen aplicaciones legítimas —como en la industria cinematográfica o los videojuegos—, también han abierto la puerta a nuevas formas de violencia digital, especialmente contra mujeres, al ser utilizadas para crear contenido sexual falso que puede dañar su integridad, reputación y seguridad.
En su conferencia matutina, la presidenta Claudia Sheinbaum reconoció la urgencia de actualizar la Ley Olimpia para que contemple este tipo de agresiones con inteligencia artificial. “Sí tiene que tipificarse… es grave usar la tecnología para mentir, pero lo es aún más cuando se utiliza con fines sexuales para dañar a alguien”, declaró.
El caso de Alana Flores es un claro ejemplo de cómo la tecnología, sin regulación adecuada, puede convertirse en una herramienta de violencia digital. La legislación y la conciencia pública deben evolucionar para proteger a las personas frente a este tipo de delitos.
