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Baja California

Juntos, porque nos dijeron que era tiempo de sonreír para la foto

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Foto: Opinia

Tijuana .- La reunión de reconciliación entre la gobernadora Marina del Pilar y el exgobernador Jaime Bonilla Valdez – después de meses de desencuentros públicos, indirectas, vetos y ataques mediáticos- sorprendió a muchos, pero no a todos.

Desde principios de año, la dirigencia nacional de Morena ya movía piezas para recomponer el rompecabezas electoral en Baja California rumbo al 2027. Lo que nadie esperaba era que el “acercamiento” ocurriera en el punto más bajo de control político para la mandataria.

La cita fue en Mexicali, días antes de la elección judicial del 1 de junio. Una elección con participación menor al 13% y aún así presumida por el oficialismo como “histórica”. En ese contexto, se gestó un encuentro que Marina apenas reconoció en su conferencia, sin mayores detalles, como quien debe tragarse un trago amargo sin opción a réplica.

Queda claro que la reunión no fue iniciativa propia. Fue coordinada desde el centro del poder: César Yáñez y Leonel Godoy – emisarios de Claudia Sheinbaum – aterrizaron en Baja California para convencer a Bonilla y notificarle a Marina.

La mandataria no lo esperaba. Tampoco lo habría elegido. Pero en política, hay momentos que no se negocian, se acatan y cuando el mensaje viene desde lo más alto, la sonrisa en la foto se convierte en obligación, no en gesto sincero.

Con esta reunión se reordena el tablero político en la entidad. Hoy, más allá del discurso institucional, queda claro que las decisiones clave ya no pasan por el escritorio de la gobernadora.

Los perfiles que comienzan a destacar en el nuevo ajedrez – Jesús Ruiz Uribe, Fernando Castro Trenti, Ismael Burgueño – lo hacen con una característica común: saben que las candidaturas no se construyen en los pasillos del Gobierno Estatal, sino en los acuerdos que se fraguan muy por encima de él.

Si algo quedó claro con esta reunión, es que las reglas del juego cambiaron y aunque en la foto Marina aparece en el centro, el verdadero protagonismo pertenece a quienes decidieron que era momento de moverla de lugar.

En Baja California, el poder ya no se ejerce, se representa y quien no lo entienda, terminará sonriendo en más fotos que no pidió.

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