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2 weeks agoon
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Redacción
Tijuana .- Jorge Calderón Navarro, secretario y tesorero de RECIMEC, ha sido testigo del deterioro del Arroyo Alamar desde hace casi cuatro décadas. Desde su vivienda, en la colonia Granjas Familiares Unidas, recuerda un corredor verde rebosante de árboles nativos, aves y vida silvestre: “Era enorme, los árboles se reproducían solos: sauces, álamos”, relata.
Hoy, ese paisaje está en retroceso. Calderón Navarro señala que la contaminación constante y la invasión de viviendas dentro del cauce natural han reducido la cobertura vegetal y transformado el ecosistema. “Quienes viven en las partes altas tiran basura y, cuando llueve, todo termina en el arroyo. Eso ha terminado con gran parte del espacio verde”, denuncia.
La pérdida ambiental ha impactado directamente a la fauna. Aunque evita afirmar que algunas especies hayan desaparecido por completo, reconoce que su presencia es ahora excepcional. “Ya no vemos a los mapaches en las copas de los árboles, ni a los tlacuaches, ni a las ardillas. El colibrí ya es urbano al 100%. Ya no vemos patos o gansos canadienses, ni a los cauques o langostinos que circulaban por el arroyo”.
Aun así, mantiene esperanza: “Creo que no está perdida. Está esperando una nueva oportunidad para resurgir, así como el ave fénix”, afirma.
Calderón Navarro advierte que la crisis ambiental también es un problema de salud pública. “Las áreas verdes son tan importantes para la salud del ser humano. Cuando el medio ambiente pierde fuerza porque lo estamos acabando, estamos destinados a tener menos calidad de vida y menos años de vida también”.
Aunque el ecosistema está severamente impactado, sobreviven especies nativas como el carrizo, que ayuda a retener agua, así como hierbas medicinales como árnica y plantas del manto. Sin embargo, señala que la presión inmobiliaria continúa avanzando sin supervisión efectiva.
Frente al abandono institucional, el activista lanzó un llamado urgente a la comunidad: “Cuando veamos un camión entrando con miras a querer construir en el arroyo, nos reunamos varios y le paremos el alto”. Reitera que salvar el Arroyo Alamar aún es posible, pero dependerá de la vigilancia ciudadana y de un compromiso real de las autoridades para defender uno de los últimos pulmones naturales de Tijuana.