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México

Retiran sombreros incómodos en conferencia presidencial

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Foto: Border Zoom

Por Redacción | Ciudad de México, 28 de noviembre de 2025.

Un gesto aparentemente menor terminó exhibiendo, una vez más, las fracturas entre discurso y realidad dentro del gobierno federal. Durante la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum, dedicada a las obras rumbo al Mundial 2026, unos sombreros colocados junto a las mascotas oficiales llamaron la atención… pero no por mucho tiempo.

La prenda no era cualquier accesorio: se trata del símbolo adoptado por el movimiento que exige justicia por el asesinato de Carlos Manzo, alcalde de Uruapan y fundador del llamado “Movimiento del Sombrero”. Su presencia en el escenario rompía con la narrativa festiva del evento, recordando el crimen que el gobierno aún no logra esclarecer ni atender con contundencia.

Los sombreros permanecieron visibles hasta que concluyó la intervención de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada. De inmediato, personal del staff los retiró sin explicación, como si la instrucción hubiera sido borrar cualquier referencia incómoda antes de que la prensa reaccionara. El acto fue tan abrupto que la propia presidenta se volteó confundida hacia su equipo: “Había sombreros aquí”, cuestionó. Los asistentes improvisaron una respuesta: “Se van a repartir”.

Sheinbaum, sin mayor interés en profundizar, apenas dijo: “¿Son para regalar? Ahorita”, y siguió con la conferencia, dejando claro que el simbolismo político detrás de esos sombreros —y del asesinato de Manzo— no formaba parte del guion oficial.

El accesorio portaba la silueta del Cerro de la Silla, referente de Nuevo León, apareciendo incluso en la exposición del gobernador Samuel García. Una mezcla forzada entre promoción turística y una tragedia reciente que la presidencia parece preferir ocultar bajo la alfombra.

El retiro apresurado de los sombreros no pasó desapercibido: para quienes siguen exigiendo justicia por Carlos Manzo, la escena fue un recordatorio del desdén oficial ante un crimen que sigue impune. Y para el gobierno, una evidencia de que ni siquiera en un evento controlado pueden evitar que la realidad irrumpa donde más incomoda.

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