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México

El eco del 68, ni perdón ni olvido

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Fotos: Archivo Héctor Gallardo

Ciudad de México.-  Aquel 2 de octubre de 1968 miles personas se congregaron en la Ciudad de México para exigir el cumplimiento del pliego petitorio que el Consejo Nacional de Huelga había dado a conocer semanas atrás.

Para muchos historiadores 1968 es un año clave no solo en México sino en la historia contemporánea internacional, pues tras ese año se vivieron amplias repercusiones en varios escenarios políticos, sociales y culturales. En el caso mexicano las protestas estudiantiles y movimientos obreros se debieron al hartazgo de las injusticias provocadas por la mala administración y autoritarismo del Gobierno.

Para las autoridades mexicanas el movimiento se vio como el intento de derrocar al gobierno e instaurar un régimen “comunista”, recordando que la Guerra Fría estaba en apogeo y que el gran enemigo del orden mundial tomaba fuerza en México con el partido comunista.

Es así como el Estado criminalizó al movimiento argumentando que sus participantes eran terroristas, y da la instrucción al Cuerpo de Granaderos de eliminar a los protestantes en la Plaza de las Tres Culturas, provocando una masacre que hasta la fecha no reconoce a su número de víctimas.

Esta es la historia que se recuerda cada año durante el aniversario de la masacre, pero se habla poco de aquellos que le dieron voz y vida al movimiento.

Gracias a las crónicas y textos de Carlos Monsiváis y Elena Poniatowska se pudo conocer a algunos de los que se movilizaron contra la represión y arbitrariedad del gobierno autoritario, dando vida al movimiento del 68.

Poniatowska mencionaba que sin la participación de Raúl Álvarez Garín gran parte de la historia de este movimiento no existiría,“porque él reunió a los estudiantes en su celda y a raíz de eso es que se pudo recopilar este libro, toda la vida fuimos amigos”, expresó la escritora.

En aquel entonces Raúl tenía 27 años y estudiaba en la Facultad físico matemáticas en el Politécnico, cuando fue encarcelado en Lecumberri.

A Luis Cabeza de Vaca se le describió como uno de los más “radicales” dentro del movimiento. tenía 25 años cuando ocurrieron los hechos, se le acusó de haber izado una bandera rojinegra en pleno Zócalo. Sin embargo fue arrestado antes de los sucesos del 2 de octubre por la policía y fue enviado al Campo Militar Número Uno, donde sufrió tortura y varios simulacros de fusilamiento.

Pablo Gómez Álvarez relató cómo pensó que no llegaría a cumplir los 22 años debido a los acontecimientos del 68. Militaba desde los 17 años en la Juventud Comunista y era presidente de la sociedad de alumnos de la Facultad de Economía, las “manos blancas” del batallón Olimpia lo detuvieron cuando intentaba huir a un departamento, mientras veía como sus compañeros perdían la vida a manos del estado.

En comparación con la cantidad de hombres involucrados, la presencia femenina fue reducida, pero existente. Ser mujer y ser estudiante universitaria era un privilegio que conllevaba una fuerte carga política. Del movimiento de 2 de octubre, Poniatowska reconoce a dos líderes “Tita” y “Nacha”, quienes además sentaron el precedente de la participación femenina en futuras movilizaciones civiles.

Ana Ignacia Rodríguez Márquez, conocida como “Nacha”, era estudiante de Derecho y su primera detención fue cuando el ejército irrumpió en las instalaciones de la UNAM, pero tras su liberación, no desistió de mantenerse activa en el movimiento. “La Nacha” Rodríguez fue detenida y torturada en múltiples ocasiones. Hasta la actualidad exige justicia y castigo a los responsables de la matanza que vivió en carne propia.

Roberta Avendaño Martínez, “La Tita” fue oradora en el movimiento, lo que la llevaría a ser secuestrada junto a Ana Ignacia por la Dirección Federal de Seguridad, en 1969. Avendaño Martínez fue sentenciada a 16 años de prisión, acusada de diez delitos, con la que pretendían castigarla por su actividad política.

A través de los años historiadores coinciden en señalar que este movimiento y su terrible desenlace incitaron a una permanente y más activa actitud crítica de la sociedad civil, principalmente en las universidades públicas.

Rolando Cordera, consejero por la Escuela de Economía ante el CNH recuerda “Los estudiantes del 68 en México se unieron a un reclamo internacional frente al orden existente en aquel tiempo”.

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