Internacional.- En un video proporcionado a medios de comunicación por South and North Development (SAND), un instituto de investigación que trabaja con desertores de Corea del Norte, se muestra cómo las autoridades sentencian públicamente a dos adolescentes de entre 16 años y 12 años a trabajos forzados por ver series de televisión surcoreanas, conocidas como K-dramas.
Las imágenes, que parecen haber sido filmadas en 2022, revelan a los jóvenes esposados frente a cientos de estudiantes en un estadio al aire libre, mientras agentes uniformados los reprenden por no “reflexionar profundamente sobre sus errores”.
A pesar de que el entretenimiento surcoreano está prohibido en Corea del Norte, algunos ciudadanos están dispuestos a arriesgarse a severos castigos por acceder a los K-dramas, que tienen una enorme audiencia global.
Según SAND, las autoridades están tomando medidas más duras ante este tipo de incidentes, y el video se ha distribuido en Corea del Norte con fines de educación ideológica y para advertir a los ciudadanos que no vean “grabaciones decadentes”.
El video incluye un narrador que repite propaganda estatal, señalando que la “cultura del podrido régimen títere se ha extendido incluso a los adolescentes”. También se nombra a los niños y se revelan sus direcciones. En el pasado, los menores que infringían la ley de esta manera eran enviados a campos de trabajo para jóvenes, pero en 2020, Pyongyang promulgó una ley que castiga con la muerte ver o distribuir entretenimiento surcoreano.
El director ejecutivo de SAND, Choi Kyong-hui, señala que el régimen norcoreano ve la difusión de los K-dramas y el K-pop como un peligro para su ideología y afirma que “la admiración por la sociedad surcoreana pronto puede conducir a un debilitamiento del sistema”.
El video muestra un juicio público en el que las estudiantes son esposadas y declaradas culpables de ver y difundir películas, música y videos musicales surcoreanos durante tres meses.
El narrador afirma “se dejaron seducir por la cultura extranjera (…) y acabaron arruinando sus vidas“. Este caso pone de manifiesto la dura realidad que enfrentan aquellos en Corea del Norte que buscan acceder a la cultura surcoreana, incluso cuando se enfrentan a castigos extremadamente severos por hacerlo.
