En el ambiente político de nuestro Estado y en particular de nuestra ciudad, la ruleta de la fortuna gira con una energía que solo el fervor de las campañas puede inyectar. La Gobernadora, con una jugada maestra digna de un “dealer” experimentado, retiró de la mesa a la alcaldesa, Monserrat Caballero Ramírez, cuya popularidad en las encuestas era la ficha que todos querían apostar.
El Partido del Trabajo, a través de su comisionado, se mostró como un jugador audaz en la mesa de póker, al revelar una carta sorpresa, la posibilidad de una candidatura para Caballero Ramírez, desviándose de Morena pero manteniendo su apuesta en la 4T y su jugadora estrella, Claudia Sheinbaum, jugada que nadie veía venir, ni creía posible ya que abrirían un boquete difícil de tapar.
La coalición “Fuerza y Corazón por Baja California”, con el PAN y el PRI como compañeros de apuestas, ya se imaginaban recogiendo las ganancias de una Morena dividida. Pero en el juego de la política, como en el casino, no todo es cuestión de suerte; las estrategias internas y la unidad son esenciales para ganar la partida, cosa que no existe dentro de estas instituciones.
Dentro del PAN, la disputa por los primeros lugares en las regidurías se asemeja a una mano de blackjack donde todos quieren el As, suponiendo que de no tenerlo tal vez ya han perdido la ronda antes de que las cartas estén sobre la mesa, ya pertenecer a una planilla, no es suficiente para sentirse orgulloso y sin cabeza que los una, aún más difícil la situación.
El PRI, jugando al misterioso, decide abandonar la mesa de juego con el PAN, por las mismas razones que el PAN, no son blancas palomas tampoco, dejando vacantes que antes, eran codiciadas. Ahora, la gran pregunta que flota en el aire, como el eco de una moneda cayendo en una tragamonedas, es: ¿Quién se atreverá a ocupar esos espacios? ¿Quién tendrá la audacia y la convicción para desafiar al titán de Morena y salir victorioso? ¿Quién será capaz de darle un giro a este juego?
