En el panorama político mexicano, la elección que se avecina ha sido denominada como “la madre de todas las elecciones”. Este proceso electoral es histórico, no solo por la magnitud de cargos en juego, incluyendo la presidencia de la república, el senado, diputaciones federales y locales, así como alcaldías, sino también por la intensidad y el fervor que han caracterizado las pre campañas.
Las pre campañas, marcadas por un derroche de recursos en publicidad espectacular, vallas y medios de comunicación, contrastan con una aparente disminución de entusiasmo en la etapa de campañas oficiales. ¿Es acaso una estrategia cautelosa impuesta por el temor a sanciones del INE por excesos cometidos?
En la entidad, la mayoría de los contendientes ya están definidos, aunque persisten dudas sobre algunos aspirantes que aún no han clarificado su posición. El tiempo apremia, y pronto deberán revelar sus cartas, como es el caso notable de Monserrat Caballero, quien un día sí va y al día siguiente no va, el Partido del Trabajo nos tiene en suspenso, jugando como los grandes.
Se anticipa que la campaña en curso será austera, con escasa propaganda. Los candidatos que logren destacar serán aquellos que ofrezcan propuestas claras y contundentes, maximicen su presencia en redes sociales y, sobre todo, aquellos que se conecten directamente con los votantes, recorriendo las calles y estrechando manos.
En Tijuana, al menos, parece que solo dos candidatos están activamente en la contienda: el ex gobernador y senador Jaime Bonilla y el General Alfonso Duarte. Ambos se han dedicado a recorrer las calles, solicitando el voto y enfrentando las inquietudes de los ciudadanos, que no son cosa menor, aguantar reproches y hasta insultos en ocasiones.
Los demás candidatos, tanto para diputaciones federales como para el senado, han mantenido un perfil bajo, lo que sin duda se reflejará en las urnas el próximo 2 de junio. Una advertencia para ellos: si no se esfuerzan en la campaña, no deberían esperar buenos resultados, y menos aún, quejarse de fraude electoral.
Esta elección representa un punto de inflexión para México, donde la participación ciudadana y la responsabilidad política se pondrán a prueba en una contienda que promete ser tan reñida como reveladora.
