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Bodas con fantasmas: tradición china de casar a un vivo con un muerto

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Internacional.- Las “bodas fantasma” son una antigua tradición china que ha sobrevivido a lo largo de más de tres mil años, destacándose como una práctica espiritual y cultural llena de superstición y misticismo. Este ritual, conocido como mínghūn, tiene como objetivo casar a personas fallecidas que murieron solteras, garantizando así que no permanezcan solas en la eternidad. Aunque se originó como una ceremonia que involucraba exclusivamente a los muertos, en tiempos recientes ha evolucionado, permitiendo incluso la unión entre una persona viva y un cadáver.

Las bodas fantasma reflejan una concepción profundamente arraigada en la cultura china sobre la vida después de la muerte, donde se cree que los fallecidos continúan una existencia similar a la que llevaban en vida. Si una persona no contrajo matrimonio mientras vivía, se considera que debe hacerlo después de su muerte para no sufrir desgracias en el más allá. En este sentido, las familias organizan estos casamientos post mortem, contratando maestros de Feng Shui para oficiar las ceremonias y realizando rituales que incluyen la colocación de placas funerarias del novio y la novia, así como un banquete simbólico.

Uno de los aspectos más intrigantes de estas bodas es la dote que las familias de la novia suelen exigir al “novio”, que puede incluir joyas, sirvientes y mansiones representadas con figuras de papel. Sin embargo, el ritual más escalofriante y controvertido de la ceremonia es la exhumación de los huesos de la novia para ser colocados en la tumba del novio, sellando así su unión eterna.

Si bien originalmente las bodas fantasma se realizaban entre dos personas fallecidas, la práctica ha mutado en algunas regiones de China. Hoy en día, se han reportado casos de bodas entre una persona viva y un cadáver, un fenómeno que ha derivado en un oscuro y lucrativo mercado negro de venta de cadáveres. Esto ha llevado a incidentes de robos de tumbas, secuestros y asesinatos, con el fin de proporcionar cuerpos para estos macabros rituales.

En los últimos años, la prensa ha documentado varios casos que han llamado la atención de las autoridades chinas. Por ejemplo, en 2016, Ma Chonghua, un hombre del noroeste de China, fue arrestado por asesinar a dos mujeres con discapacidades mentales y vender sus cadáveres para matrimonios fantasma. Este crimen subraya el aspecto más perturbador de esta tradición: el costo que algunas personas están dispuestas a pagar para cumplir con las exigencias espirituales de sus seres queridos. En Shanxi, una provincia particularmente conocida por estos rituales, el precio de un cadáver ha aumentado significativamente en las últimas décadas, llegando a alcanzar cifras de hasta 100,000 yuanes (alrededor de 15,000 dólares).

La raíz de esta práctica tiene una profunda conexión con el temor a las consecuencias espirituales. Muchos chinos creen que la desgracia caerá sobre sus familias si no cumplen los deseos de los muertos, lo que les lleva a realizar las bodas fantasma como una forma de apaciguar a los espíritus. A pesar de que la venta de cadáveres fue prohibida en 2006, el robo de tumbas sigue siendo un problema persistente en regiones donde las tasas de mortalidad de jóvenes solteros, especialmente trabajadores de minas de carbón, son elevadas.

El fenómeno también está vinculado a desequilibrios demográficos en China. Con una proporción de 116 niños por cada 100 niñas, según el censo de 2014, la búsqueda de “novias muertas” se ha vuelto una alternativa para muchas familias que buscan casar a sus hijos fallecidos. En conjunto, esta tradición refleja tanto el respeto cultural por las creencias espirituales como la desesperación de un país que enfrenta desafíos sociales complejos.

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