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RedacciónCiudad de México .- Claudia Sheinbaum ya habló. Lo hizo de forma breve, mesurada, cuidadosa. No hubo una defensa abierta, no hubo un respaldo explícito, no se escuchó el clásico “confío plenamente en…” que tantas veces ha cerrado filas en momentos de crisis, lo que hubo fue un “vamos a esperar”, pronunciado con la frialdad de quien sabe lo que está diciendo, incluso cuando evita decirlo todo.
Desde Baja California, esa frase resonó más como un vacío que como una respuesta. A la gobernadora Marina del Pilar Ávila le fue retirada la visa estadounidense y desde entonces, el escándalo creció, las preguntas se multiplicaron y la exigencia de claridad se hizo más fuerte, pero desde la Presidencia de la República, lo que se recibió fue prudencia… o distancia, al final respaldo nunca llegó y eso importa.
En contraste, el aparato político local se movilizó con velocidad: catorce diputados estatales, ocho federales, un senador, todos los alcaldes, todos cerrando filas (como hilo de media), lo hicieron sin esperar línea nacional, sin señales desde Palacio Nacional y ahí radica el problema: en política, actuar sin el aval de la dirigencia federal no significa lealtad, significa improvisación porque en un sistema presidencialista, el respaldo que verdaderamente cuenta es el del Ejecutivo federal y ese, hasta ahora, no se ha dado.
La presidenta midió, calculó y al final, optó por no comprometerse, esa omisión pesa porque en política, tomar distancia también es tomar postura y cuando el respaldo no aparece, lo que se escucha es otra cosa: un mensaje de duda, de reserva, de “yo no meto las manos por ella” ese mensaje no se dijo con palabras, pero quedó perfectamente claro.
A eso se suma un tema que merece atención urgente: la participación del Sr. Carlos Torres Torres, esposo de la gobernadora aunque no ocupa un cargo público ni recibe salario del erario, su acceso a información y su nivel de influencia es evidente y eso no es menor, en cualquier democracia sólida, no se puede tener poder sin asumir responsabilidad, si alguien influye en decisiones de gobierno, debe estar sujeto a normas, límites y rendición de cuentas, no se puede operar desde las sombras sin responsabilidad institucional esa situación debilita la legitimidad del poder y erosiona la confianza ciudadana.
Aquí, en Baja California, no somos ingenuos sabemos cómo se mueve el poder y entendemos perfectamente lo que significa que quien puede respaldarte… no lo haga porque cuando el silencio viene desde la cima, el mensaje no es neutral: es un cálculo, una lectura política que, en este caso, deja a la gobernadora sola con su crisis y de gran escala,
la ciudadanía no necesita discursos; necesita claridad y la claridad, en este caso, se expresó con una ausencia, una que pesa, una que marca, una que no se puede ignorar.
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