En Baja California han decidido cambiar el decorado, salió por la puerta trasera el anterior titular de la Secretaría de Turismo (léase Miguel Aguiñiga), arrastrando un historial de escándalos y entró la nueva funcionaria con la promesa (esperemos que sea así) de esperanza y renovación. Pero cuando uno revisa el libreto completo, la obra huele más a continuidad maquillada que a transformación genuina.
Los episodios de la saga Empírica: contratos, emprendimiento y amor, publicados entre abril y mayo, son más reveladores que cualquier rueda de prensa: una empresa beneficiada de relaciones personales en el corazón de la promoción turística, contratos públicos a modo y favoritismos tan evidentes que causan bochorno. ¿El nombre de la empresa? Empírica Creative. ¿El resultado? Recursos públicos deslizándose por una red de vínculos privados con total desparpajo.
Ahora, esa misma empresa busca cobijo en el sector privado, industria, turismo y comercios organizados, . ¿Casualidad? Más bien estrategia: cuando se te acaba el ladrillo del poder público, te mudas al refugio del poder empresarial.
La gran incógnita es qué acciones tomará la nueva Secretaria de Turismo de Baja California, Zaida L. López, para marcar distancia con ese lodazal, podría ordenar auditorías independientes, suspender convenios con empresas sospechosas, iniciar denuncias formales o incluso establecer lineamientos éticos que cierren la puerta a la opacidad. Pero hasta ahora, silencio, las palabras bonitas sobran; lo que falta es voluntad para poner orden y cortar los tentáculos de una red que se resiste a morir.
Si Empírica logra instalarse cómodamente en el comercio organizado, no será una señal de redención, sino una burla: la muestra de que en Baja California los escándalos no se castigan, solo se reubican. La nueva titular tiene la oportunidad (y la responsabilidad) de demostrar que no llegó para encubrir, sino para limpiar. Porque si no lo hace, entonces no habrá esperanza que valga. Solo quedará el cinismo institucionalizado, otra vez.
