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Rocha Moya: la piedra que no solo estorba, sino que hiere a Sheinbaum

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Si Claudia Sheinbaum pensó que heredar a Rubén Rocha Moya era simplemente adoptar a un abuelo con delirios de caudillo, hoy debe estar revaluando no haber actuado antes. El gobernador de Sinaloa no solo es un lastre, sino un generador de crisis constante: un día lo persigue un escándalo, al siguiente lo alcanza otro y al tercero ya está abriendo frentes internacionales. El hombre no gobierna: sabotea.

Desde los desafueros exprés a alcaldes incómodos (Vargas Landeros en Ahome, Luis Guillermo Benítez antes en Mazatlán) hasta el uso descarado de la Fiscalía y el Congreso como herramientas personales, Rocha ha perfeccionado la vendetta institucional. Su gobierno no administra, ejecuta revanchismos. ¿El delito de los alcaldes? No alinearse a ciegas. ¿La solución? Inventarles carpetas, ignorar amparos y celebrar desafueros como si fueran goles en una final.

Pero la joya de la corona es la tesorería estatal, que opera como caja chica personal. Contratos inflados, licitaciones a modo y desvíos disfrazados de “programas sociales” han sido documentados por la Auditoría Superior del Estado, aunque la narrativa oficial prefiere hablar de transparencia. Transparente, sí, pero en el cinismo.

Rocha no solo genera desorden interno, también incendia puentes internacionales. La captura de “El Mayo” Zambada tras una presunta reunión con actores políticos en Sinaloa encendió alarmas en Washington. La ambigüedad del gobernador sobre su paradero, la avioneta privada y las conexiones con empresarios polémicos hicieron que la duda se convirtiera en sospecha. Sheinbaum debió salir al rescate, negando cualquier vínculo entre el gobernador y el crimen organizado, mientras medios estadounidenses piden explicaciones más claras que los comunicados de Palacio Nacional.

En medio de este caos, Rocha presume lealtad a la 4T, pero lo cierto es que su permanencia erosiona la legitimidad de Sheinbaum día tras día. Es el gobernador que desafía jueces federales, manipula procesos locales y estampa su sello de autoritarismo burocrático donde puede. Mientras tanto, sus oficinas de comunicación operan campañas negras contra quienes se atreven a señalarlo.

El problema para Sheinbaum es simple: cada minuto que Rocha Moya sigue en el poder, su proyecto presidencial se mancha con los excesos, abusos y escándalos del hombre que ha convertido a Sinaloa en un laboratorio de impunidad. En política, hay piedras en el camino… y hay rocas que te hunden. Rocha es ambas.

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