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Tere Guerra, aspirante a gobernadora con alergia al Estado de Derecho

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Foto: Opinia

María Teresa Guerra Ochoa, diputada local y eterna aspirante a todo, ha decidido que la ley es opcional, con una desfachatez que ya es marca registrada, declaró que la orden de un juez federal para restituir al alcalde Gerardo Vargas Landeros es apenas “una medida incidental”, como si las sentencias judiciales fueran papel decorativo cuando no le acomodan. Según ella, el Congreso de Sinaloa actuó de forma “definitiva” e “irrecuperable” al declararle procedente el desafuero, y lo demás (incluyendo al Poder Judicial) puede irse al archivo muerto.

Guerra Ochoa no sólo ignora el principio básico de jerarquía legal (donde las resoluciones de jueces federales no se debaten, se acatan), sino que lo hace con la soberbia de quien cree que su cargo le otorga licencia para interpretar la Constitución como horóscopo político y todo esto en pleno preludio de su aspiración a la gubernatura de Sinaloa. Sí, la misma persona que no entiende (o no quiere entender) que desacatar un juez es delito, quiere ser la máxima garante de la legalidad estatal. Es como si un pirómano pidiera dirigir al honorable cuerpo de bomberos.

No se trata de tecnicismos jurídicos ni de debates abstractos, se trata de una diputada que desprecia el Estado de Derecho cuando le estorba en su vendetta partidista, porque no nos engañemos: esto no es legalismo, es revancha política camuflada de institucionalidad y lo más grotesco es que, mientras promueve el desacato, se cuelga la medalla de ser “una mujer de leyes” dispuesta a “servir a Sinaloa”, será servirse de Sinaloa, ¿Así o más cínico?

El colmo del teatro: asegura que su anuncio como precandidata no es un destape, sino “un acto interno de Morena”. Traducción: quiere la silla, pero sin mancharse aún de campaña. Lo que no puede ocultar es que su trayectoria reciente la pinta de cuerpo entero: una legisladora que relativiza fallos judiciales según su conveniencia no tiene autoridad moral para hablar de justicia, mucho menos para prometer gobernabilidad.

Si Tere Guerra cree que puede torcer la ley y al mismo tiempo venderse como su defensora, es porque subestima profundamente la inteligencia del electorado, pero los sinaloenses (y el país entero) harían bien en tomar nota: quien hoy desacata a un juez, mañana no tendrá empacho en pisotear cualquier límite. La justicia no puede estar en manos de quien la trata como si fuera parte de su campaña.

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