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1 month agoon
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RedacciónEn el universo del Rosarito Beach Hotel Condo, la mayoría de los 270 propietarios vive en relativa armonía… hasta que dos residentes decidieron jugar a ser fiscal, juez y verdugo desde la comodidad del anonimato “Tony Brown” y su inseparable socio de teclado “Franko T” han encontrado en las redes sociales su ring personal, lanzando acusaciones sobre supuesta falta de mantenimiento y abandono, pero sin presentar una sola prueba verificable. Ni nombre, ni rostro, ni un solo documento que soporte sus dichos; solo la certeza de que el eco digital multiplica el ruido.
Mientras tanto, la administración del condominio hace justo lo que debería hacer cualquier gestión responsable: trabajar y documentar, los reportes de mantenimiento de junio y julio de 2025 están ahí (tenemos copia), con detalle casi obsesivo: inspección y renovación del sistema contra incendios, pintura y resane de pasillos, reparación de elevadores por la empresa OTIS, sustitución de bridas y canaletas dañadas, limpieza de entretechos, mejoras en el gimnasio, adquisición de nuevos camastros, reparación de cercos y muros e incluso diagnósticos técnicos realizados por empresas externas certificadas, todo con fotos, facturas y seguimiento.
El contraste es casi cómico: por un lado, trabajo visible y comprobable; por el otro, acusaciones invisibles y huérfanas de evidencia, “Tony” y “Franko” insisten en proyectar una imagen de ruina (afectándose ellos mismos), pero lo único que pareciera estar deteriorando es la reputación del lugar donde también poseen propiedad y eso, para cualquiera con un mínimo de lógica, es un tiro en el pie… o en ambos (o será lo que buscan).
Quejas puede haber y toda administración es perfectible sin duda, pero aquí la diferencia es clara: mientras unos se esconden detrás de seudónimos para lanzar sombras, otros ponen la cara, el trabajo y las pruebas sobre la mesa y en una comunidad que depende del valor compartido de sus propiedades, la credibilidad no se gana con likes en redes sociales, sino con hechos verificables.
En resumen, el verdadero daño no viene de goteras o paredes sin pintar, sino de quienes, amparados en el anonimato, prefieren incendiar la conversación antes que participar en soluciones reales y en el Rosarito Beach Hotel Condo, las únicas llamas que deberían preocupar son las que apaga el sistema contra incendios recién renovado, por cierto.
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