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Dios los hace… y la Cámara de Comercio les presta la banqueta

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Foto: Opinia

En la política bajacaliforniana, la geometría siempre es el mismo triángulo: poder, dinero y amnesia selectiva. La foto del cuarteto (Ayala, Bujanda, Bañuelos “El 7” y Eli Topete) apostado frente a la CANACO Tijuana es casi una postal de turismo político: sonrientes, relajados, como si los miles de millones de pesos en deuda al ISSSTECALI fueran una leyenda urbana y no una cifra con más ceros que la hoja de vida de algunos.

Armando Ayala, exalcalde de Ensenada y ahora senador morenista, carga un adeudo que haría palidecer a cualquier tesorero: más de 3,500 millones de pesos en cuotas retenidas y no entregadas, aportaciones patronales evaporadas y recargos que crecen como moho en bodega olvidada. El PAN lo quiere en juicio político, el ISSSTECALI lo quiere en caja y la ciudadanía… bueno, la ciudadanía querría saber cómo se esfuma ese dinero sin que nadie haya terminado aún en la cárcel.

A su lado, Miguel Ángel Bujanda, exsecretario del Ayuntamiento, y Jonathan Bañuelos, su fiel escudero, suman músculo político y conexiones frescas. Eli Topete, por su parte, añade esa cuota de visibilidad mediática que nunca viene mal cuando lo que se busca es reposicionar caras conocidas sin tener que pagar espacio publicitario.

El escenario no pudo ser más simbólico: la CANACO, sede del comercio organizado, epicentro de quienes pagan impuestos religiosamente mientras ven cómo el erario se maneja con la disciplina de un adolescente con tarjeta de crédito ajena. Que este grupo se haya reunido ahí y además de forma pública es un mensaje claro: el empresariado es la siguiente parada en la gira de relaciones públicas para limpiar imagen, tender puentes… o simplemente recordar que aún saben tocar las puertas del poder económico.

Claro, entre los antecedentes del protagonista principal, también figura la joya de haber mantenido escoltas municipales después de dejar la alcaldía, cuatro policías, 1.2 millones de pesos al año en costo, hasta que el escándalo fue demasiado visible y hubo que cortar el privilegio. Pero ni eso parece restarle aplomo a Ayala, quien ya tiene la mira puesta en 2027 y la gubernatura de Baja California (pero ya se quedó muy atrás en las encuestas).

El mensaje de la foto no es “estamos trabajando”, sino “seguimos aquí”, es política de resistencia: exhibir presencia incluso cuando la agenda judicial y mediática debería empujar a la discreción. Si a eso se le suma la vieja costumbre de confundir cercanía con legitimidad, el resultado es este cuarteto perfectamente posicionado frente a la cámara… y la Cámara.

Porque al final, en Baja California (como en muchos rincones del país) la política no se hace solo en los palacios municipales o en el Senado, también se trama en banquetas estratégicas, entre sonrisas estudiadas y silencios calculados y si para eso hay que posar frente a la CANACO, pues se posa. Después de todo, la deuda moral con la opinión pública no se paga en efectivo.

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