Baja California
Elí Oviedo bloquea obras y recursos públicos en Ensenada
Por Redacción | Ensenada, B.C., 30 de octubre de 2025.
El caos técnico – administrativo de hoy en Ensenada tiene nombre y apellido: Elí Oviedo Díaz.
El Síndico Procurador improvisado, ha decidido frenar el desarrollo del municipio con una suspensión tan irresponsable como peligrosa. Su decisión de cesar a la directora de Infraestructura Municipal, Paola Avelar Espinoza, no solo carece de sustento, sino que exhibe una alarmante falta de criterio político y técnico.
La alcaldesa Claudia Agatón Muñiz denunció que este golpe de autoridad, pone en riesgo directo 14 millones de pesos del Ramo 33, fondos federales que podrían perderse mañana mismo por simple incapacidad de gestión.
La suspensión impide la firma de documentos oficiales y, con ello, bloquea proyectos esenciales para colonias y comunidades que esperaban obras prioritarias.
El Síndico sabía perfectamente que el Cabildo celebraría sesión extraordinaria para aprobar modificaciones presupuestales.
Aun así, optó por dinamitar el proceso, sin medir las consecuencias para la ciudad. En otras palabras, Elí Oviedo cruzó la línea de la legalidad y pisó el terreno del sabotaje institucional.
Las obras afectadas no son caprichos políticos: son compromisos con la gente. Campos deportivos, rehabilitaciones y proyectos impulsados por la propia ciudadanía hoy están detenidos por lo que parece un acto de revanchismo político.
El mismo Oviedo que debería cuidar el patrimonio municipal hoy amenaza con hacerlo perder por intereses personales.
“Cuando se actúa sin responsabilidad, los daños los paga la gente”, advirtió la alcaldesa y tiene razón. No hay legalidad posible en decisiones que bloquean el desarrollo. No hay ética en un funcionario que convierte su cargo en trinchera personal.
Mientras tanto, el XXV Ayuntamiento de Ensenada analiza medidas legales para frenar esta cadena de abusos y no seguir siendo rehén de un Síndico que usa la ley como arma política y la justicia como justificación del ego.
Porque al final, la pregunta es simple: ¿a quién sirve Elí Oviedo, a la ciudad o a su propio protagonismo?
