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Baja California

Jaime Bonilla busca una gran alianza rumbo al 2027

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Foto: Opinia

Por Redacción | Mexicali, Baja California, 17 de noviembre de 2025

En un escenario político cada vez más dinámico, el exgobernador de Baja California y actual presidente del Comité Directivo del Partido del Trabajo en el estado, Jaime Bonilla Valdez, se coloca nuevamente en el centro de la conversación nacional. Su reciente intención de dialogar con el empresario y eventual candidato opositor Jorge Hank Rhon ha generado reacciones intensas dentro de la Cuarta Transformación, pero también abre un análisis sobre su peso real en la política bajacaliforniana.

Más allá de la molestia que su movimiento provocó en los altos mandos de la 4T, la maniobra revela algo que incluso sus críticos reconocen: Bonilla conserva la capacidad de alterar inercias, activar debates internos y forzar definiciones estratégicas. Ese margen de influencia, propio de quienes han sido gobernadores y mantienen estructuras vivas, explica por qué cada paso suyo continúa generando impacto.

Dentro del PT, y también en Morena, se afirma que las indisciplinas pasadas de Bonilla ya habían tensado el ambiente. Sin embargo, el hecho de que aún se le considerara un actor fundamental en la coalición muestra que su historia política pesa, y que su liderazgo territorial no es menor. La posibilidad de explorar un acercamiento con el PES, aun siendo polémica, también evidencia que busca reposicionar a su partido en un estado donde la competencia electoral se ha intensificado.

Las tensiones derivadas de su postura ocurren mientras sigue vigente una denuncia por presunto daño patrimonial relacionada con la fallida planta fotovoltaica proyectada en su administración. Aunque el tema podría reactivarse, para el exmandatario esto también representa una oportunidad para transparentar procesos y encarar pendientes que han sido utilizados en su contra desde hace años.

En paralelo, dirigentes petistas han confirmado que la reunión propuesta entre PT y PES incluiría únicamente a las dirigencias formales: Jaime Bonilla Valdez y César Hank Inzunza, lo que matiza las especulaciones sobre acuerdos extrainstitucionales. La solicitud del PT para evitar que el PES pacte con el PRI, aunque discutida, expone una lectura política: Bonilla intenta no solo reposicionar a su partido, sino influir en la reconfiguración de fuerzas rumbo a 2027.

Resulta llamativo que, pese a las duras declaraciones cruzadas que Bonilla y Hank mantuvieron en el pasado, ahora exista la posibilidad de un diálogo estratégico. En política, la reconciliación de viejos antagonismos no es nueva, y suele responder a coyunturas donde pesan más los proyectos que las diferencias históricas.

La especulación sobre una posible aspiración de Bonilla a la alcaldía de Tijuana añade un ingrediente adicional: la búsqueda de espacios electorales competitivos para el PT en un año clave. De lograrse un entendimiento con alguna fuerza política, el partido podría aspirar a mantener presencia real en la contienda.

Lo cierto es que, en un entorno donde Baja California vive una recomposición profunda, la figura de Jaime Bonilla —con controversias, rupturas y lealtades fragmentadas— continúa moviendo piezas que obligan a todos los actores a reaccionar. Esa capacidad de generar agenda, incluso desde la crítica, revela que sigue siendo un protagonista al que no se puede ignorar.