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OpinologaEstados Unidos.- En los últimos años, un número creciente de artistas internacionales ha expresado su descontento con el uso no autorizado de su música por parte de la campaña de Donald Trump. La controversia abarca desde el uso no solicitado de canciones emblemáticas hasta demandas legales por infracción de derechos de autor. Este fenómeno destaca la creciente tensión entre el mundo de la música y la política, especialmente cuando se trata de figuras tan polarizadoras como el expresidente de Estados Unidos.
Recientemente, la banda sueca ABBA se sumó a la lista de artistas que han solicitado explícitamente que se deje de usar su música en eventos de la campaña de Trump. La discográfica Universal Music, que representa a ABBA, demandó que se retiraran inmediatamente las canciones de la banda, como “The Winner Takes It All”, “Money, Money, Money” y “Dancing Queen”, que fueron reproducidas en un mitin en Minnesota el pasado julio.
A pesar de que la campaña de Trump no había solicitado ni obtenido licencia para usar estos temas, las canciones de ABBA se escucharon en dicho evento, lo que llevó a Universal Music a exigir su retirada.
La postura de ABBA sigue la línea de otras grandes figuras de la música que han enfrentado situaciones similares. Céline Dion, por ejemplo, se mostró indignada cuando un video de su interpretación de “My Heart Will Go On” fue utilizado en un mitin de Trump en Montana. Su equipo emitió una declaración contundente, subrayando que Dion no respalda el uso de su música en eventos de Trump y condenando el uso no autorizado de la canción.
El conflicto también ha implicado a los Foo Fighters, quienes denunciaron el uso de su canción “My Hero” en un mitin de Trump en Arizona. La banda aclaró que no otorgó permiso para la reproducción de su música y que cualquier regalía derivada de este uso sería donada a la campaña de Kamala Harris.
Similarmente, los herederos de Isaac Hayes han llevado el caso a los tribunales, demandando a la campaña de Trump por el uso continuado de la canción “Hold On, I’m Comin'” sin licencia adecuada.
Además de estos casos, la cantante británica Adele y la banda de rock R.E.M. han expresado su desaprobación respecto al uso de sus canciones en eventos políticos asociados a Trump. En el caso de Adele, su canción “Rolling in the Deep” fue utilizada en un video de la campaña de Trump, lo que llevó a su equipo a emitir una carta de cese y desistimiento. De manera similar, la banda R.E.M. ha manifestado su rechazo a que sus temas, como “Everybody Hurts”, se utilicen para promover las actividades políticas del expresidente.
Estos incidentes destacan un patrón de uso no autorizado de música en eventos políticos, una práctica que a menudo lleva a conflictos legales. Las campañas políticas en Estados Unidos deben obtener una Licencia para Entidades Políticas de BMI, que les permite acceder a una amplia gama de música. Sin embargo, muchos artistas y sus representantes argumentan que las campañas, en su afán por añadir un toque de familiaridad o emoción a sus eventos, a menudo omiten este paso crucial.
El uso no autorizado de música por parte de campañas políticas no es nuevo, pero ha adquirido una nueva dimensión con la prominencia de Donald Trump. Los expertos legales señalan que, aunque se pueda obtener una licencia para tocar una canción en un mitin, esto no exime a la campaña de violar los derechos de publicidad o de causar un falso respaldo, en el cual el uso de la música sugiere erróneamente el apoyo del artista al candidato.
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