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Redacción
Tijuana .- La bolearía continúa siendo un oficio vivo en las calles de la ciudad, particularmente en el Parque Teniente Guerrero, donde boleros como Francisco Magaña mantienen esta tradición a lo largo de los años.
Magaña, quien aprendió observando a otros y practicando con su familia, se instaló en 1968 frente a la iglesia de San Francisco. Desde entonces ha sido testigo de cómo la clientela ha cambiado, aunque todavía llegan personas a bolearse los zapatos, incluso acompañados de sus hijos y nietos. “El que trae zapatos boleados encuentra trabajo de volada”, asegura.
Actualmente, los precios de una boleada oscilan entre 50 y 100 pesos para calzado, y de 100 a 150 pesos en el caso de tenis, dependiendo del servicio solicitado. No solo locales recurren a este oficio; Ricardo, residente de San Diego, visita Tijuana cada quince días para revivir recuerdos de su infancia y llevarse la experiencia de volver a bolearse en el parque.
Para muchos, este espacio representa más que un servicio: es también un punto de encuentro con la memoria y la identidad de la ciudad.
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