Imagine usted: un condominio que con solo el nombre obtiene $500,000 dólares de utilidades por sus amenidades. Sí, medio millón de dólares, limpio, cursi y de brillo modesto, derivado de alquilar el estacionamiento a turistas por $250,000 USD, rentar el salón de la Terraza por otros $130,000 USD ($20,000 dlls por evento), permitir el uso comercial de su fachada por $85,000 USD y dar acceso a la alberca por otros $85,000 USD.
Más de medio millón de dólares que fluyen (según los anónimos) directo al beneficio del condominio para sus 270 copropietarios. Si esto fuera tan sencillo, ya estaríamos todos en fila comprando uno para olvidarnos de cuotas, devaluaciones y dolores de cabeza administrativos.
Sin embargo, aparecen los “anónimos” (que de anónimos solo tienen el mote, porque todos saben quienes son con sus correos kilométricos los delatan como entusiastas del drama) sugiriendo que estas cifras son un espejismo o una trampa. Pero Rosarito Beach Hotel Condo no se ha cruzado de brazos ante los berrinches digitales. Al contrario, ha respondido con informes detallados, evidencia visual y documentación que desarma cualquier intento de convertir la administración del condominio en un reality show vecinal.
Cada vez que uno de estos “anónimos” publica acusaciones infundadas, el condominio responde con pruebas, no con palabrería. Aquí no hay lugar para chismes disfrazados de denuncia. De hecho, nos enteramos que se aproximan demandas formales por parte de inquilinos que ya se hartaron de convivir con vecinos que, en lugar de aportar, se dedican a sabotear.
Lo más irónico es que, en medio del escándalo fabricado, el Rosarito Beach Hotel Condo se muestra como una estructura organizada, transparente y eficiente. No porque lo diga su administración, sino porque lo demuestran con documentos en mano. Mientras tanto, sus detractores siguen jugando a las sombras, filtrando correos que deberían darles vergüenza por lo enredados y lo poco sustanciales (sin mencionar la ortografía y redacción).
Entonces no, el problema no es el condominio que gana (ese más bien debería ser ejemplo de aprovechamiento inteligente de sus recursos). El problema son los “anonimuchos” que siguen apostando a la confusión como única forma de protagonismo. Spoiler: no les está funcionando.
