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RedacciónLa Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio (CONCANACO) atraviesa uno de sus momentos más polémicos bajo la presidencia de Octavio de la Torre, quien no sólo ha concentrado el poder institucional en una figura controvertida, sino que ha incorporado a su círculo cercano a Eduardo Iturbe Méndez, un personaje envuelto en escándalos de corrupción, desvío de recursos y campañas de desprestigio.
De acuerdo con investigaciones periodísticas de medios locales en Hidalgo, Eduardo Iturbe fue señalado en enero de este año por presuntas irregularidades durante su gestión como coordinador general de Comunicación Social del gobierno estatal, encabezado por Omar Fayad. La Auditoría Superior del Estado de Hidalgo (ASEH) detectó presuntos desvíos millonarios, triangulaciones con empresas fantasmas, y uso de recursos públicos en campañas negras y favores personales.
Iturbe dejó el cargo en medio de una fuerte presión mediática y bajo el escrutinio de la administración morenista entrante. Pero lejos de desaparecer del mapa, el operador encontró cobijo en la estructura empresarial nacional, específicamente en la presidencia de CONCANACO, donde ha sido identificado como el cerebro detrás de las campañas negras que buscan descalificar a voces críticas del actual presidente.
Diversas cámaras del norte del país, incluyendo la de Ciudad Juárez y Tijuana, han documentado una escalada de presiones, difamaciones y amenazas veladas dirigidas a líderes empresariales que han cuestionado la conducción autoritaria de Octavio de la Torre. Los mensajes anónimos, las filtraciones malintencionadas y los montajes mediáticos parecen tener un patrón común: el estilo de guerra sucia que Eduardo Iturbe perfeccionó desde el poder público.
El uso de recursos institucionales para atacar, dividir y controlar a los organismos afiliados contradice los principios fundamentales de representación empresarial. Hoy, CONCANACO ha dejado de ser un espacio de unidad y diálogo para convertirse en un instrumento de control personal al servicio de intereses ajenos al bien común.
La pregunta es obligada: ¿cómo puede la máxima representación del comercio organizado permitir que se legitimen las prácticas más oscuras del viejo régimen, justo en un momento donde México exige transparencia, ética y un nuevo liderazgo empresarial?
Mientras Octavio de la Torre se aferra al poder y presume alianzas con actores del sector público y privado, la sombra de Eduardo Iturbe lo sigue como un lastre inevitable. La credibilidad de la CONCANACO se erosiona día con día, y con ella, la confianza de miles de empresarios que no están dispuestos a guardar silencio