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4 months agoon
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RedacciónLa elección del poder judicial de la federación en Sonora se consumó como un rotundo fracaso de participación ciudadana, con menos del 10% del padrón electoral acudiendo a las urnas.
Este resultado no solo pone en entredicho la legitimidad del proceso impulsado por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, sino que desnuda las profundas fracturas políticas al interior del gobierno estatal. Pero quizás el aspecto más revelador de esta debacle sea la guerra intestina que ha quedado expuesta.
Froylán Gámez Gamboa, Secretario de Educación y militante del Partido del Trabajo PT, ha sido señalado como uno de los principales responsables del fracaso electoral al operar de forma contraria a la línea oficial del Gobernador del Estado. Sin embargo, fuentes cercanas al poder revelan que detrás de Gámez Gamboa existe una figura no muy grata que le habla al oído, manipulando sus decisiones y orquestando desde las sombras una estrategia de sabotaje al proyecto gubernamental.
Lo que ha llamado la atención para propios y extraños es que Gámez Gamboa, recientemente, tiene más exposición mediática que el propio gobernador Durazo. Este protagonismo desmedido forma parte de un plan estratégico de construcción de marca personal, diseñado como parte de las recomendaciones de quien lo “aconseja” en sus aspiraciones políticas enfocadas al 2027.
La estrategia mediática del secretario de Educación no es casualidad: es el posicionamiento anticipado de una figura que busca capitalizar políticamente el trabajo del gobierno estatal, mientras socava desde adentro la autoridad de quien le dio la oportunidad.
Esta oscura influencia ha convertido a Gámez Gamboa en un títere que opera contrario a la línea oficial del gobernador Alfonso Durazo Montaño, no solo saboteando el proceso electoral, sino dejando en evidencia las contradicciones irreconciliables al interior del oficialismo sonorense.
El caso sonorense se ha convertido en un emblema nacional del fracaso de la reforma judicial, pero más grave aún, ha expuesto la urgente necesidad de que el Gobernador tome cartas en el asunto de manera contundente, pues ahora enfrenta el momento más crítico de su administración.
Es importante reconocer que Alfonso Durazo Montaño ha demostrado un liderazgo sólido y un trabajo gubernamental que ha generado resultados positivos para Sonora. Su administración ha logrado avances significativos en desarrollo económico y bienestar social, consolidándose como una de las gestiones más eficaces del país.
Sin embargo, este buen trabajo y liderazgo no se debe poner en riesgo por culpa de funcionarios con actitudes desleales como la de Gámez Gamboa, quienes anteponen sus intereses personales al bien común y al proyecto colectivo que los sonorenses respaldaron en las urnas.
La pregunta que resuena en los pasillos del poder es: ¿quién es realmente esta figura siniestra que mueve los hilos desde la oscuridad?
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