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3 months agoon
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RedacciónHay decretos que huelen mal desde el primer renglón y el publicado el 27 de julio en el Periódico Oficial de Baja California apesta a trampa premeditada, se trata de un “beneficio fiscal” que condona el 100% de multas y recargos del ISRTP… pero solo durante un día. Sí, leyó bien: 24 horas de generosidad burocrática que iniciaron y murieron entre el café del domingo y el bostezo del lunes.
¿Una medida de apoyo? Por favor, esto no es política pública, es un acto de un tejemaneje legislativo, una burla disfrazada de decreto ¿Quién se entera de una condonación relámpago publicada en fin de semana y que expira antes de que uno termine de leer el encabezado? Exacto: solo quienes ya estaban avisados y eso, en el mejor de los casos.
Lo mínimo que se puede decir es que este tipo de decretos no están hechos para la ciudadanía en general, no hay una intención real de aliviar la carga fiscal de los contribuyentes comunes y corrientes, esos que se enteran de las leyes cuando ya les llegó el embargo. Esto huele más bien a “pase VIP” para cierto grupo selecto con acceso privilegiado a la información, probablemente empresarios afines o aliados estratégicos del régimen estatal, un bono fiscal disfrazado de acción de gobierno, reservado para los amigos del poder.
El diputado Diego Echevarría (por una vez) da en el clavo al señalar lo obvio: no hay transparencia, ni voluntad de equidad, ni espíritu de justicia en esta medida. Solo la simulación más burda, porque si realmente se tratara de apoyar al contribuyente, el plazo no sería de un día hábil y mucho menos en medio del verano, cuando medio mundo está fuera de la oficina.
Esta “condonación exprés” no solo demuestra una alarmante falta de ética administrativa, sino que deja claro cómo opera el sistema: con discrecionalidad, opacidad y clientelismo fiscal. Al final, lo que debería ser una política incluyente y pareja, se convierte en una maniobra de reparto entre bastidores.
Baja California no necesita decretos fugaces, necesita gobiernos que no legislen como si vendieran boletos para una rifa arreglada y mientras el agua está cada vez más turbia, la gobernadora insiste en seguir nadando contra la corriente, pagando facturas políticas antes de que ya no pueda seguir flotando… y finalmente, todos sus demonios terminen por sofocarla en el pantano que ella misma ha cultivado durante cuatro larguísimos años de gobierno junto a los hermanos Torres Torres.
Los bajacalifornianos ya no queremos migajas disfrazadas de justicia fiscal. Queremos que se acabe este robo en despoblado y que se la lleven (con moño incluido) junto con sus entrañables socios.
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