Cutberto Ríos Beltrán, actual secretario del Ayuntamiento de Ahome, miente con una soltura que raya en el descaro, en una esquina del ring argumenta que no han sido notificados sobre la posible reinstalación de Gerardo Vargas Landeros porque “están de vacaciones”, pero en la esquina opuesta, con la misma cara de circunstancias, afirma que sí han recibido notificación del Congreso para que las suplentes de las regidoras y de la síndico procuradora tomen posesión, también durante el mismo periodo vacacional o están de vacaciones selectivas, o el correo institucional tiene un algoritmo de conveniencia.
La contradicción no es menor: mientras se ignora la orden de un juez federal respecto a Vargas Landeros alegando que no ha llegado notificación oficial, se activa sin chistar el proceso para sustituir a ediles suspendidas, pero aquí no hay olvido ni torpeza; hay estrategia y también miedo.
Trascendió que los sellos oficiales de Secretaría y otras dependencias fueron centralizados en presidencia municipal, motivo: evitar que cualquier notificación en físico pueda ser recibida, si eso no es obstrucción administrativa, ¿qué lo es? Así se administra el silencio en Ahome: retirando sellos, inventando vacaciones y activando la burocracia sólo cuando conviene.
A esto se suma el sospechoso reforzamiento de la seguridad en Palacio Municipal desde el inicio del receso vacacional, donde antes había un guardia, ahora hay tres, no se protegen documentos ni empleados: se protege el relato y a quienes cuestionan ese relato, se les hostiga. Varios reporteros decidieron no cubrir la fuente ante el acoso de personal de seguridad, que les pregunta qué hacen, a quién buscan, qué negocio tienen. Estado policiaco disfrazado de oficina pública.
Mientras tanto, la ciudadanía se pregunta: ¿qué se oculta en Palacio? ¿A qué le tienen tanto miedo? La respuesta está a la vista: temen perder el control, temen que el edificio que convirtieron en trinchera deje de blindarlos frente a la legalidad, temen que Gerardo Vargas regrese, pero también temen que se sepa cómo operaron su salida y en medio de ese pánico institucional, Ríos Beltrán hace malabares discursivos, defendiendo lo indefendible con un cinismo que ni el calor de Sinaloa derrite.
En Ahome no hay vacaciones, hay simulación y por cada mentira que se pronuncia, la ciudad se hunde un poco más en la opacidad, pero incluso entre blindajes, hay grietas. Y por ahí entrará la verdad.
