En tiempos de crisis, un verdadero líder necesita más que lealtad necesita inteligencia, visión, y sobre todo, una voz crítica capaz de hablar con franqueza incluso cuando el panorama es adverso. Esa figura (a veces invisible para el público, pero clave en la toma de decisiones) es lo que muchos llaman un “CONSIGLIERE”: alguien que no siempre tiene un cargo oficial, pero cuya influencia puede marcar la diferencia entre contener una crisis o dejarla estallar.
Lamentablemente, en el gobierno de Marina del Pilar esa figura parece inexistente, la respuesta del gabinete estatal a la reciente crisis política ha sido un catálogo de errores de comunicación, improvisaciones mal calculadas y decisiones que evidencian la falta de estrategia.
Primero se permitió que su esposo saliera públicamente a asumir culpas (nidie le creyó), en un intento mal ejecutado de control de daños, para colmo eligieron como momento de publicación un sábado por la tarde, en pleno Día de las Madres, bajo la errónea suposición de que una fecha festiva amortiguaría el impacto mediático, muy por el contrario, la maniobra generó aún más suspicacia.
Después vinieron los gestos desesperados: pedir apoyo a alcaldes, diputados locales y federales y hasta senadores, figuras cercanas de Morena, sin medir el costo político y personal que eso podría representar para todos los involucrados; esperar con pasividad una señal de respaldo por parte de la presidenta Claudia Sheinbaum y cuando ésta no llegó con claridad, difundir la versión de que el apoyo ya estaba dado, a pesar de que públicamente no había evidencia de ello.
Como si no fuera suficiente, se convocó a una rueda de prensa para intentar fijar una postura, pero los periodistas no fueron atendidos. Lejos de apagar el fuego, la falta de respuestas y su mensaje turbio solo alimentó la incertidumbre, las versiones de un posible vínculo con el crimen organizado comenzaron a circular sin que hubiera un mensaje sólido para frenarlas y ante señalamientos serios, como la cancelación de cuentas bancarias en Estados Unidos, el gobierno simplemente optó por negarlo… sin ofrecer pruebas contundentes ni documentos aclaratorios.
Todo este manejo torpe e improvisado demuestra una preocupante carencia de estrategia, en lugar de anticipar escenarios y preparar respuestas claras, el equipo de Marina del Pilar parece actuar al vapor, reaccionando con prisa y sin cálculo político, no hay hasta ahora señales de que exista una voz crítica interna, un verdadero estratega que le diga a la gobernadora lo que necesita oír, no lo que quiere escuchar.
Gobernar no es solo tomar decisiones en tiempos de calma, es sobre todo saber responder con firmeza, inteligencia y templanza cuando todo parece venirse abajo. Hoy, más que nunca, Baja California necesita claridad, liderazgo… y un equipo que piense antes de actuar.
