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México

Muxes: milenarias identidades no binarias mexicanas

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Foto: MAX

México.- En el corazón cultural de México, una identidad floreció con raíces que se hunden profundamente en la historia precolonial: les muxes. Originaries del Istmo de Tehuantepec, en Oaxaca, este es un ejemplo viviente de la diversidad de género reconocida y celebrada mucho antes de la llegada de los españoles.

Para quienes estén escuchando del no binarismo por primera vez, esta es una identidad que van más allá del designarse como hombre o mujer. A menudo se olvida que también entran dentro del término sombrilla de lo trans, siendo aquellas que como lo dice su propia palabra transitan en el género. 

La llegada de los colonizadores españoles marcó el inicio de una profunda transformación cultural y social. Una de las imposiciones más significativas fue la del binario de género, un concepto anclado en el pensamiento occidental y religioso que clasifica a las personas estrictamente como hombres o mujeres. Llegando a condenar también las relaciones no heteronormativas de los indígenas como inmorales e incorrectas.

Antes de la colonización, muchas culturas indígenas mexicanas tenían una comprensión más fluida del género. De acuerdo con la Organización Human Rights Pulse desde los muxes zapotecas, los sacerdotes no binarios aztecas y las deidades mayas con atributos de ambos géneros son ejemplos de la diversidad de género que existía. Sin embargo, con la colonización, se introdujo una estructura jerárquica de clasificación social que no solo impuso la definición del género sino que también estableció una correlación entre la blanquitud y atributos como la racionalidad, humanidad y acceso al poder.

Antes de la colonización, muchas culturas indígenas mexicanas tenían una comprensión más fluida del género según la doctora Agueda Gómez Suárez de la Universidad de Vigo. Además mencionó que el tercer género ha sido una constante histórica aceptada, declarando que la conversión religiosa y la criminalización de la diversidad sexual y de género fueron estrategias de control utilizadas para reforzar la opresión contra los pueblos originarios.

Históricamente, les muxes han desempeñado funciones importantes tanto en el ámbito doméstico como en el ceremonial. Su habilidad para transitar entre roles de género les ha permitido contribuir de manera significativa a la economía y la vida social de sus comunidades. En la época prehispánica eran vistos como una bendición, dotados de una dualidad que les confería un estatus especial. 

La doctora Natividad Gutiérrez Chong, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, destaca que “la mujer principal es la madre, que es la dadora de vida, le muxe no entra en competencia con la madre, le gusta vestirse, verse como una mujer, pero no va a entrar en la competencia de quién es más mujer, por ejemplo”. 

A pesar de los intentos de supresión y la imposición de normas de género extranjeras, por siglos, han mantenido sus tradiciones y su identidad a lo largo de los siglos. Esta persistencia es un testimonio de la fortaleza de las culturas indígenas y su resistencia a la asimilación forzada.

Gutiérrez Chong mencionó también que le muxe tiene un papel muy importante en la familia y en las festividades es una pieza clave porque tienen un papel fundamental en las festividades por ejemplo, la celebración de las velas. Durante dicha celebración la comunidad muxe gusta de vestirse con el huipil característico de la mujer istmeña, que consiste en una falda florida, larga, el huipil muy decorado, con muchas flores, abundante joyería de oro tanto en el cuello, en las manos, en los aretes, maquillaje abundante y el trenzado del cabello.

En la actualidad, les muxes continúan desafiando las normas de género y enriqueciendo el tapiz cultural de México. Su presencia en festividades y eventos públicos no solo es una celebración de su identidad, sino también un recordatorio de la historia precolonial de México y la existencia de identidades de género más allá del binarismo mucho antes de que se les asignara un nombre en español. 

Este contexto histórico contrasta con las cifras que actualmente se vive en México, pues México es el segundo lugar más peligroso del mundo para ser una mujer trans. Entre 2012 y 2018 se registraron 473 delitos de odio de los cuales 261 fueron contra esta población. A pesar de los peligros para las personas trans, la comunidad zapoteca disidente es generalmente aceptada debido a su legado cultural que se remonta a más de medio siglo. 

La historia de les muxes es una historia de resistencia, adaptación y orgullo. A medida que México y el mundo reconocen cada vez más la diversidad de género, les muxes se destacan como un símbolo de la herencia cultural y la importancia de reconocer las identidades de género de los pueblos originarios.

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